Es la última moda en alimentación saludable pero una publicación de Harvard asegura, literal, que el aceite de coco es “veneno puro”. Afirma que es peligroso para el corazón y una bomba para el colesterol. Hemos consultado con nutricionistas sobre estos ‘superalimentos’ como las semillas de chía o el aguacate.
El aceite de coco era la panacea de la alimentación sana, pero de pronto se ha convertido en puro veneno. ¿Con qué nos quedamos? La clave está en que es el aceite con más grasas saturadas que hay. Eso es bueno porque al freírlo es el que produce menos aldehídos, un compuesto que puede ser cancerígeno. Pero a la vez es muy malo, porque las grasas saturadas son las culpables de atascar arterias y corazón.
“El equivalente sería como coger un trozo de tocino y comértelo a bocados. Nadie se piensa que se va a comer un trozo de tocino a bocados, y sin embargo, con el coco lo hacemos”, asegura la directora del ‘Céntro Médico Rusiñol’, María Ángeles López Martín.
Visto esto, cuidado con otros alimentos de moda, porque puede que sus ventajas no compensen los perjuicios. Las semillas de chía, por ejemplo. Ayudan a reducir el colesterol y el estreñimiento además de controlar la diabetes. Pero te pueden dejar la tensión por los suelos y provocar un taponamiento peligroso en el aparato digestivo porque la semilla, en agua, puede crecer hasta 27 veces su tamaño.
“A mi me molesta que se hable de súperalimentos como el lino, la chía.. cuando tenemos el aceite de oliva que es un superalimento, o unas lentejas pero, claro, unas lentejas no tienen marketing”, explica Álvaro Sánchez, nutricionista de ‘Médica Diet’.
El nuevo rey de la moda saludable es el aguacate. Es perfecto para el sistema cardiovascular pero aunque es un vegetal, tiene más calorías que una chocolatina.
“Así como el aceite de oliva no nos lo tomamos a cucharadas, el problema es que el aguacate te lo comes a cucharadas. Aportaríamos mucha cantidad de grasa, aunque sea de la buena, y muchas calorías”, afirma María Ángeles López Martín.
Además, producirlo suele ser ecológicamente dramático por la deforestación y la gran cantidad de agua que necesita.